jueves

Éramos...., momentos de un pasado

Nos recuerdo encerrados en la habitación, bailando sin baile.
Siguiendo el compás del silencio, roto por la canción de tu respiración y mi aliento.
Volábamos alto, viajábamos lejos. Enmarañados los cuerpos, vivíamos futuros.
Vivíamos recuerdos, tiñendo de besos la lluvia, el mal tiempo.

Éramos la furia loca de la locura en sus mejores momentos, la cordura malentendida.
Éramos la primavera desperezándose en un mundo invernal, la ebullición de la vida.
Nos recuerdo encerrados en tu cuarto, encendiendo velas de fogosidad efusiva.
Arrebatos exaltados en las noches de deseo, que, nacido entre ansias, nos imbuía.
Las palabras que eran nuestras se escondían bajo las mantas, entre las sábanas se guarecían.
Y de pronto, un “te quiero” perdido, un “mi amor”, decidido, de tu boca irrumpía.

Éramos la fusión de una estrella fugaz con la luna, el amanecer encendido.
Éramos el secreto que todos intuyen, el más dulce y peculiar sonido.
Me recuerdo hilando hebras de fantasías en tu pelo, rescatando de tu alma casi toda mi verdad.
Buscando la certeza entre tu cuerpo, sintiendo encontrar en tu cerco mi libertad.
Susurrándote versos al oído, dedicándote poemas sin pensar:
“Somos dos versos que riman sin rima, somos la esencia de todo lo genial”.

Éramos la espera que no pierde la esperanza, lo cercano y lo profundo.
Éramos la calma en nuestras pieles perdidas y exhaustas, mapas sin ruta ni rumbo.
Te recuerdo pintándome ilusiones sobre la nariz, despertándome cada sueño.
Encendiendo aquello oscuro que alguna vez hubo en mí, lo íntimo y el misterio.
Tapando con tu contorno mis huecos, con tus virtudes mis faltas.
Destapándome la risa que hoy no encuentro, anudándote en mi espalda.

Éramos la reacción a punto de explosionar, manchando de cálido líquido el mundo.

Éramos el silencio al que nunca supieron callar, el más tierno e insondable conjunto.



                                          




domingo

Cómo decir lo que siento..., cómo decirte que te quiero

Levantarte todas las mañanas y saber que ella está ahí, que tienes a esa persona a tu lado, que es la que te completa del todo, con quién ríes, con quién lloras, la que te comprende, la que te intenta ayudar, con la que te enfadas...
Esa persona que piensas que nunca llegará pero en un abrir y cerrar de ojos aparece y es para ti; la persona más perfecta, la más maravillosa, la más importante de tu vida, sentirás como en tu interior tu corazón te dice desde muy lejos que nunca la dejarías por nada del mundo.
Hablar a todas horas con ella, oír su opinión, pasar 5 días con ella te parecerá solo 5 min, oír su voz, sentir su apoyo, sentir sus besos, sus abrazos y ver que es de verdad, escuchar constantemente sus cosas que para ti parecerán algo nuevo.
Solo sé que hay una persona en mi vida con la que me pasa todo esto, a la que no quiero perder y que cada día hace que confíe un poco más en mí.

Pensé que nunca podría olvidarme de otras personas, de sentir lo que siento, de dar tanto por una persona, de ser tan pero tan feliz como lo soy cuando hablo con ella, sé que parecerá absurdo pero para mí es una bonita historia con la persona a la que quiero. Una historia que no nació, pero sí se ha desarrollado en la distancia, y el miedo del olvido por la distancia, es lo que menos me preocupa.

Y no sé si esta entrada es la que mejor he escrito, lo que sí sé es que hasta el momento ha sido la más sincera. Un capítulo más en este libro, pero un capítulo lleno de sinceridad y sentimiento.

A ti que te gusta leer, sabrás que un libro tiene muchas páginas, muchas letras, pero... ¿entiendes algunas veces que es lo que te quiere transmitir? 

Como bien sabes, no me han acompañado buenas amistades o mejor dicho no las he sabido elegir bien, pero alguna vez esto tenía que cambiar y aunque no soy experta en estos temas, sé lo esencial y sé que no me he equivocado al elegirte a ti y que seas tú la que forma parte de mi libro.


Porque lo fácil ya se ha hecho, pasar dos hojas seguidas limpias, pero.. un libro con sólo dos hojas, no lleva a ninguna parte...


¿Qué me dices, me ayudas a escribir la tercera?

  


Te quiero pedorra.

miércoles

Cuando él está así....

Cuando él está así.

Sé que no debo acordarme de ti, ni siquiera para esto, al igual que sé que el hecho de que te me vengas a la mente mientras estoy así, tan cerca de él, me hace hasta sentirme culpable, aunque la razón por la que eso ha ocurrido sea bastante lógica.

Ahora lo entiendo todo, con él he llegado a entender todo… no sabes lo difícil que fue, lo que le ha costado, entre consciente e inconscientemente, lograr eso… pero por fin lo ha hecho, con creces.
Cuando él está así, siento que todo va mejor. Que ese problema que hasta hace un segundo me agobiaba profundamente, ahora tiene una posible solución y para nada motivos para que me preocupe, que nada es tan malo como para que no pueda arreglarse mañana, que las cosas que van mal simplemente son pasajeras, y más pronto que tarde se pondrán bien, casi solas.

Ya ves, qué forma de pensar tan diferente a la que tú conocías, ¿Verdad?
Sí… opino que es verdad que nunca fui demasiado optimista, que siempre he sido de ponerme en lo peor, de que me preocuparan las cosas incluso más de lo debido, de darle muchas vueltas a la cabeza, de hacer mil hipótesis sobre lo que pudiera pasar… y también sé que, en un momento (pero tan pequeño, tan corto) tú, quiero pensar que queriéndome y preocupándote por la relación (aunque a veces demasiado, me atrevería a decir), intentaste ayudarme… Y puedes estar segura de que, en ese momento, ese simple esfuerzo en intentarlo ya me servía… pero luego todo cambió, y por supuesto que no fue por este detalle.
Supongo que no eras cómo yo pensé, a pesar del tiempo que estuve contigo, el cual no fue poco ni mucho menos. Supongo que nadie se hace previsible aunque pasen los años y sigamos viéndonos cada día, o quizás me desgaste, dejé de quererme, de querer aquello que teníamos poco a poco, o simplemente nunca lo quisimos, y ambas lo confundimos y creímos que sí… con el paso del tiempo esta opción ha sido la que ha cobrado más fuerza en mi mente, por si te interesa.

Pero en fin, cómo te decía (no puedo hablar muy alto, no quiero que se despierte), un día todo cambió, por lo que fuera, y me llegué a sentir muy mal… demasiado mal. Yo no estaba acostumbrada a sentirme así, nunca le había tenido demasiada fe a esto de las relaciones, y contigo sí di el paso… y verme en medio de ese agobio, en ocasiones de la soledad teniendo pareja me desconcertó tanto que ni siquiera sabía muy bien quién era yo, quién eras tú, qué hacíamos ahí.

Te quería, puedo jurarte que te quería, pero veía cómo me iba de tu lado poco a poco, cómo se desvanecía todo lo que un día creímos (o creí) que alzábamos… no sabes cómo dolieron todas esas veces de necesitar tu amistad, salir con mis amigos y no encontrarte, verte tras una pared de celos, infranqueable, acorazada… no sabes cómo dolieron todas esas veces de contarte alguna cosa y ver cómo no te importaba lo más mínimo, cómo te sentaban mal más aún yo no había hecho nada, o eso al menos, eso pensaba yo… Cómo la comunicación entre nosotros cada vez iba a menos, y mientras que a mí no me importaba de cara a los demás, a ti parecía importaste demasiado. Pero yo seguía igual, con mis amigos, con mis cosas, con mi vida… y sentía que no  necesitaba a mi lado esa versión de ti, que el día que me perdieras no iba a suponer demasiado cambio en esa vida.

¿Sabes lo que es sentirse así, día tras día? No, claro que no… al menos, no conmigo. Yo pude cometer mil errores, igual que los seguiré cometiendo en toda mi vida, pero jamás hubiera actuado de esa forma, jamás hubiera dejado que te consumieras en tus dudas y preocupaciones y hacer cómo si no lo supiera… eso fue cobarde y enfermizo, pero desgraciadamente no fue lo peor ni lo único.
Llegué a la conclusión de que igual era que no existían las relaciones tal y cómo yo me las imaginaba, igual tenías razón y lo que me pasa es que tengo miedo al compromiso, (y así y todo, quiero recordar, que nunca me habían llamado demasiado la atención) que no se llevaba eso de que tu pareja también fuera, principalmente fuera, tu amiga, un amigo en la que apoyarse, en quien confiar en todo y para todo, a quien contarle tus preocupaciones y problemas y viceversa; que tal vez la cosa no iba por ahí, y que tu pareja era alguien con quien estabas a gusto, tenías sexo, compartíais muchos momentos juntos, buenos y malos, pero para esas cosas ya estaban los amigos. Igual nuestro principal problema fue ese, en no tener clara la relación, o el haber tenido antes una amistad… Fíjate hasta qué extremo llegué… y, gracias a Dios, lo equivocada que estaba.

Una de las últimas noches, donde ya todo era insostenible, recuerdo que tuvimos una conversación, si es que se puede llamar así, en la que me hiciste una pregunta.
Acabábamos de llegar a mi casa, que esa noche no estaba sola, todo lo contrario. Habíamos salido con mis amigos, y tu dedicación toda la noche fue a estar “en contra” de ellos, a ir de un sitio para otro, enterrando a todo el que miraras y recuerdo bien que ese día te necesitaba más de lo normal.
Mientras te esperaba retirada, te comenté algo de esto, por supuesto, sin tantos detalles, sin darle tanta importancia, y sin hacerte saber que me dolía tanto, y recuerdo bien lo que me contestaste.

- Es que yo tengo más sentimientos que tú, y nunca se sabe lo que puede pasar. Actúo por instintos y si me jode algo lo exteriorizo. En cambio, tú, parece que no sientes las cosas y ahora dime… ¿Qué es lo que quieres? O mejor me lo cuentas en casa, al fin y al cabo, las borrachas sois las únicas personas que decías la verdad.
Pero mejor recuerdo lo que te conteste, a pesar de lo que me dijiste.
- Es que yo tengo más vida aparte de ti, y nunca se sabe lo que puede pasar. Yo estoy contigo, y estoy bien, pero nunca se sabe hasta dónde podemos llegar, y no voy a estar contigo esta noche, dejándolos a ellos.

¿Tú entiendes eso?

Pasaron tantas cosas en ese momento por mi cabeza que no respondí nada más, que me quedé sin palabras. Ese tono tan ofensivo, esa manera de interpretarlo que parecía que yo te había dicho que no vinieras esa noche, por estar con mis amigos o que estuviera contigo y no con ellos, cuando lo único que necesitaba era sentir que la que se suponía que era mi pareja me quería… no, no contesté.
Me miraste, creyéndote haber triunfado, y ya no hubo más palabras.
Cuando recuerdo esas cosas, es cuando más me gustaría enseñarte esto; no restregártelo, ni gritarte diciendo que esto era a lo que me refería… nada de eso, simplemente que lo pudieras ver.

Cuando él está así, dormido, y me busca la mano a tientas, y la agarra suavemente, sé que él es el que yo buscaba.
Cuando le veo tan feliz hablando con sus amigos, y yo estoy al lado y para nada me siento apartada o excluida, cuando sus amigos se están haciendo mis amigos poco a poco y al revés, cuando puedo estar dos días sin verle, o una noche que estemos juntos menos de lo que en un principio creíamos, por la razón que sea, y sigo pensando que soy lo que más quiere en el mundo, sé que es él el que yo buscaba.

Cuando él está así, con esos ojitos clavados en mí, y yo sé que es feliz, y que yo soy culpable de ello, es cuando lo vuelvo a saber.
Cuando tengo algún problema y, aun con tu recuerdo reciente, evito que él se dé cuenta para que no se moleste o algo parecido, y aun así él lo adivina y se esfuerza en que me entre en la cabeza que él ante todo es mi amigo, y que cuente con él para lo que sea; cuando es a él al que le ocurre algo y sus ojos llorosos me buscan, me cuenta lo que le pasa y me abraza sin dudas… ahí es cuando sé que es lo que yo buscaba.
Sé que una relación, una verdadera relación en la que los dos lo den todo, sí que es cómo yo creía, y entonces, así sí que merece la pena esto.

El saber que hay alguien a tu lado que daría todo por ti, que no tienes la más mínima duda de ello, y que sigues sin tenerla cuando os enfadáis por cualquier cosa.

¿Sabes? Quiero que encuentres algo así, de verdad. Quiero que veas la diferencia, que te sientas cómo me siento yo, y que llenes ese gran vacío que te hace ser tan triste, aunque ya nada de lo que hagas podrá compensar todo aquel tiempo; de todas formas, ni creo que lo quisieras hacer, ni yo necesito ya que lo hagas.
Yo le tengo a él, y todo es perfecto.
Cuando él está así, conmigo, y entonces le miro mientras vemos la tele, y observo cómo sus ojitos van cerrándose lentamente de sueño, cómo un niño pequeño, y finalmente acaba echando su cabeza en mi pecho y recostándose… créeme, no hay sensación más bonita en el universo.
Ya no te voy a recordar más, ni lo bueno, ni lo que te quisé y me hiciste sufrir.
Ya no, hoy será la última vez. Me lo prometo a mí misma.

Por cierto, eso es otra cosa que he descubierto… hay gente que promete cosas y las cumple. Él me lo ha demostrado.
No sé hasta dónde llegaremos, ni qué pasará entre nosotros… pero sí sé que él se está entregando al cien por cien, que lo está dando todo, que comete fallos cómo lo hago yo, por supuesto, pero que está implicado en esto y que pone su corazón en que esto salga bien, y que eso es lo más importante para que los días pasen, y sigamos tan bien como el primer día.

Ahora, dime.

¿Tú entiendes eso?

martes

Nada más allá de la imaginación, la realidad de su cuerpo


  
No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por él, porque sé de sobra el efecto que tienen su sonrisa y su mirada.
Que sé el sonido de su risa y conozco el tacto de su piel y lo fácil que es enamorarse a veces... que todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

Lo que tú no sabes es lo que es pasar una tarde a su lado y no poder parar de sonreír. No sabes lo que es que te abrace y que luego no sepas como deshacerte de todo el mundo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y sonríe. Que me sé sus cicatrices y el sitio donde tienes que tocar para conseguir que se ría, que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el numero de escalones que hay hasta llegar a su puerta y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna y mira que hay tontos enamorados en este mundo. 

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él, rendido a ese milagro que supone que exista.

Así que no, no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo, pero te entiendo, que razones para enamorarnos tenemos todos, pero yo muchas más que vosotros.




lunes

Confesiones



Es guapo, tiene unos ojos claros bastante intrigantes, pelo corto, moreno, y el flequillo hacia arriba.
Es de esos chicos de los que sin duda me hubiera podido enamorar tiempo atrás, y es de esos chicos que sin duda tiempo atrás no hubiera pensado jamás que me pudiera hablar.
Pero lo ha hecho.
Sus ojos, claros, como decía, esconden algo, pero no sé qué es, y algo me hace empatizar con él. Espero respuesta, y yo, en los escasos segundos que tarde en hacerlo, jugaré al misterio, aunque en realidad no tengo ganas de misterios, ni de jugar.
Le hablé hace un rato, no sé ni lo qué le dije; sólo sé que estaba en un rincón, con amigos, pero eso no me impidió iniciarle una conversación.
Hizo lo que suponía que iba a hacer, respuestas cortas, miradas a su amigo, y risas seguras de sí mismo… he visto eso en muchas otras caras ya, así que ya no me pilla de sorpresa.
Ahora está aquí, invitándome a dar una vuelta fuera, y yo pienso en que no quería esto.
No es que no quiera hablar con él, irme fuera y que pase lo que tenga que pasar… no me refiero a eso. Sólo que a veces hay cosas, rasgos, momentos o recuerdos que me llevan a mis años anteriores, cuando lo único que pensaba era en encontrar un amor, en darle todo lo que pudiera darle, en hacerle feliz día a día, y en hacer todas esas cosas que las parejas hacen, aunque me llamaran pastelosa, no me hubiera importado. Alguien tímida, no demasiado seguro, y sensible, que pudiera llorar sin miedo delante de ese chico, que le mirara a los ojos y sintiera que no me hacía falta ningún chico más.

Ésa era yo, eso quería yo. Ésa que jamás hubiera soportado estoicamente que un chico como éste le contestara las preguntas (en el caso de que me hubiera acercado a hablarle, que ya es decir) con monosílabos, ésa que se hubiera avergonzado y rehuído en el resto de la noche.
Ésa que ya no soy, que hace mucho tiempo que no soy. Y no quiero causar lástima, ni sentirme desgraciada, ni mucho menos.
Sólo que hay quien nace, y quien se hace, y supongo que yo no nací así.
Yo quise tener lo que ahora ni tengo ni busco ni confío en encontrar, ya no.
Me hicieron demasiadas heridas en la búsqueda, cuando creía que entregando el corazón y dándolo todo se recibía la recompensa, llegaría el momento; y, es más, hubo un momento que lo encontré.
Después de pasarlo tan mal, después de que me hubieran hecho daño y seguir intentándolo, al final lo tuve, y comprendí que había merecido la pena el camino.
Lo tenía, le tenía.

Era eso, eso que tanto había buscado, y no importaba nada del pasado, porque estaba él, su sonrisa, sus abrazos y su fidelidad. No necesitaba nada de otros chicos, todo estaba en él, y así lo sentía… pero un día me lo arrebató, y aun se me parte el corazón pensando en mi inocencia, en esa ofuscación de pensar por qué, por qué se había ido si todo era perfecto, por qué me quitó todo de las manos, y mi esperanza en que volviera.
Pero no volvió.
No volvió, como no volvieron las ganas de ser así… supongo que, cuando muere la esperanza, muere esa persona, esa persona que fui, que tenía mejor corazón, pensaba mejor de la gente, era mucho menos egoísta.
Supongo que, si lo pudiera ver, le pediría perdón, aunque no me arrepiento de nada.
Yo no quería besar unos labios que ni el nombre de su dueño recordara, yo no quería tener esas contestaciones, ser tan fría, tan impasible.
Pero ahora lo soy, lo asumo, y no quiero cambiar.

Entiendo que, estos arrebatos que me dan a veces de pensar en eso que fui, son los que me hacen pensar que, al fin y al cabo, aun queda algo de ésa dentro de mí, igual que intuyo que queda algo de ese que fue él, porque lo esconde en sus ojos, en sus claros ojos. Esconde que él tampoco fue así, que se quiso enamorar, que soñó con la mujer de su vida, que tampoco se imaginaba nunca diciéndole a nadie esto que me está diciendo a mí.

Algunos me verán cómo una egoísta demagoga sin más por mucho que hable, y otros me verán como a alguien que le rompieron el corazón demasiadas veces en demasiadas ocasiones, y que ya no quiere arreglárselo. Me parece bien.
Respeto todo lo que puedan pensar, mas no hace falta que me lo digan… no me va a afectar. Antes sí, antes lo hubiera hecho, seguro.


Me bebo el resto de copa que me queda, y le sonrío, a lo que él contesta ampliando su sonrisa.
Comienza a caminar y me tiende la mano, y yo la sigo, cogiéndosela.
Una vez soñé que la primera vez que hiciera eso sería para siempre.
Hoy sé que, dentro de unas horas, nos la soltaremos, y ninguno echará de menos al otro.
Pero, repito, que nadie que escuche esto se compadezca… al fin y al cabo, mirémoslo de esta manera.
Morí, y sigo viva.

domingo

Green ashes...


Ya no recuerdo la última vez que sonreí a solas recordando uno de tus gestos que tanto odiaba.

Ahora me entero de que tantas conversaciones en silencio eran fruto de un miedo incomprensible a mi entender.
Ahora me odio a mi misma sin razón por no saber ni donde estoy.
Ahora ya no existe el miedo a perderte sino a volver a verte.


... never blackout

viernes

Aire

Voy a ser mucho más simple de lo que se pueda imaginar. 

Será que no tengo ganas de pensar, para variar, que no encuentro la necesidad, o que no llego a ser tan idiota de ponerme a hacerlo cuando te tengo aquí, para mí, a solas, en esta solitaria playa, solos tú, yo, y los minutos por delante.

No diré, de forma bien presentada y con todo tipo de detalles, que quizás la mejor definición sea la que puede mostrar esta brisa que se levanta, sólo para nosotros dos, o tal vez sea sólo para ti, y yo me he metido en la escena, como una adolescente de quince años que se esconde detrás de la puerta de tu casa sólo para verte regresar del colegio…
Esa brisa que levanta suavemente cada grano de arena y los hace danzar a tu alrededor, confirmándome la teoría de que esto es así por ti, no por mí. Que si a la luna le ha dado por ponerse así de radiante es porque por fin estás aquí, que la noche me susurra al oído, que su negro ya no es por luto, sino por pura elegancia, deseosa de que le eches tan sólo un vistazo y por fin pueda comprobar si el mismo negro que decoran tus ojos es el que le pertenece a ella.

No diré, tampoco, que es ese aliento que me llega suavemente a mi boca desde la tuya cuando estás como ahora, a tan sólo un par de centímetros, con tu sonrisa deseosa y mordiéndote el labio como un niño pequeño que acaba de hacer una travesura de la que para nada se arrepiente. Y estamos tan cerca, tan cerca, que no sólo puedo sentirlo, sino también vivirlo, meterme dentro de él, y sentir que me puedo ahogar en cualquier instante sin el menor miedo.
El aire sirve para respirar, eso es fácil y obvio, desde que uno empieza a tener uso de razón lo debe saber… y sin embargo yo lo ignoraba completamente.
No puedes estar sin aire, no puedes respirar sin aire, el aire es inevitable para vivir.
Sólo con eso, sobra lo demás.
Simplemente voy a seguir disfrutando de cada minuto de esta inesperada noche, sin pensar en mañana, sin pensar en que he estado muerta veintipico años y he empezado a vivir hace apenas unas horas, pero que por fin estoy viva, por fin por primera vez en mi vida puedo respirar… de ti.

Aire es mirarte a los ojos y saber que estás a gusto aquí, que no piensas en mañana, que ni siquiera te preocupa. Aire es saber que hay gente a tan sólo unos metros y sin embargo nos miramos y no hay un solo ser vivo más en el universo, aire es haber aprendido a diferenciar tan bien, por fin, las sonrisas que les dedicas a los demás, inevitablemente preciosas, de las que recibo yo, que además de eso son únicas, exclusivas, sólo para mí, mire quien mire, le moleste a quien le moleste.
Sin aire no se puede vivir.


Gracias por ser mi aire.